Y es que Gino Bartali se pasó dos años recorriendo caminos secretos de la Toscana con documentos falsos que sirvieron para salvar la vida de hasta 800 judíos en los oscuros años de la Segunda Guerra Mundial.
El ciclista italiano participó activamente en una red clandestina de resistentes que fabricaban documentos falsos para ayudar a los judíos a escapar de Italia entre 1943 y 1944. Bartali los escondía en los tubos de su bicicleta y se aprovechaba de su fama para esquivar las patrullas de vigilancia. Ya había ganado el Tour de 1938 y un par de Giros, así que a ver quién era el guapo que le paraba. Era toda una figura nacional y lo sabía, lo cual no le quita mérito ni mucho menos gallardía en unos años en que, recordemos las películas en color y en blanco y negro, la Gestapo vagaba a sus anchas por Europa.
La misión de Bartali era llevar a las tipografías clandestinas las fotos y los papeles para fabricar los documentos de identidad falsos. Llegaba al convento, recogía el material, lo escondía en los tubos de la bicicleta y se volvía a marchar.