martes, 19 de junio de 2012

Si se puede

Juanjo Méndez tiene 48 años, pero en agosto cumplirá 20, porque durante ese mes, en 1992, justo después de los Juegos Olímpicos de Barcelona, volvió a nacer. Un accidente de moto le tuvo al borde de la muerte. Más del otro lado que de éste.
"Me dieron por muerto", explica. "Me habían tapado ya con una manta cuando un Guardia Civil se dio cuenta de que me movía. Dio la voz de alarma y de inmediato me subieron a una camilla para llevarme al hospital. Tuvieron que bajar a mi hemano de la camilla, porque iba en la moto conmigo aunque no tenía nada serio, para llevarme a mí". Tenía 28 años.
Juanjo ha conseguido superar la historia, los miedos y los traumas, pero sólo él sabe lo que pasó: "Me tuvieron tres semanas en coma artificial, para que pudiera superar los dolores". Cuando despertó, apenas era consciente de lo que había sucedido. "Mi mujer me tuvo que decir lo que había pasado y cómo había quedado mi cuerpo. Como estaba con morfina, lo acepté bastante bien. Recuerdo que estuve viendo los Juegos Paralímpicos en la televisión del hospital. Flipaba viéndoles".
Entonces no pensaba que algún día él podía ser uno de los protagonistas de los Juegos Paralímpicos: "El accidente me cambió la vida y, aunque intentaba moverme, engordé un montón y llegué a pesar 100 kg. Hasta que un día dije: 'tengo que salir adelante, tengo ganas de vivir, una gran familia y muy buenos amigos'. Uno de ellos, Bernard Moreno, que hoy es mi preparador, me convenció para probar con la bici. Al principio fue un calvario", recuerda.









Veinte años después del accidente, casi se podría decir que fue una bendición. "No sé si tanto", responde Juanjo con ironía, "pero es verdad que no hubiera podido hacer todo esto: conocer tanta gente, conocer medio mundo... y montar en bicicleta con sólo un brazo y una pierna". Pero, lógicamente, sigue sin ser fácil: "A veces me duelen los miembros que no tengo", comenta. "Es lo que se llama el miembro fantasma. No lo tenemos, pero nos duele. El brazo, por ejemplo, me duele con cierta frecuencia. Incluso lo muevo. La pierna que me falta, también, pero como para caminar llevo prótesis ortopédica, algo menos. Pero en ocasiones me duele la rodilla y el tobillo que no tengo". ¡Increíble!.
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Ciclismo adaptado