Juanjo Méndez tiene 48 años, pero en agosto cumplirá 20, porque
durante ese mes, en 1992, justo después de los Juegos Olímpicos de
Barcelona, volvió a nacer. Un accidente de moto le tuvo al borde de la
muerte. Más del otro lado que de éste.
"Me dieron por muerto", explica. "Me habían tapado ya con una manta
cuando un Guardia Civil se dio cuenta de que me movía. Dio la voz de
alarma y de inmediato me subieron a una camilla para llevarme al
hospital. Tuvieron que bajar a mi hemano de la camilla, porque iba en la
moto conmigo aunque no tenía nada serio, para llevarme a mí". Tenía 28
años.
Juanjo ha conseguido superar la historia, los miedos y los traumas,
pero sólo él sabe lo que pasó: "Me tuvieron tres semanas en coma
artificial, para que pudiera superar los dolores". Cuando despertó,
apenas era consciente de lo que había sucedido. "Mi mujer me tuvo que
decir lo que había pasado y cómo había quedado mi cuerpo. Como estaba
con morfina, lo acepté bastante bien. Recuerdo que estuve viendo los
Juegos Paralímpicos en la televisión del hospital. Flipaba viéndoles".
Entonces no pensaba que algún día él podía ser uno de los
protagonistas de los Juegos Paralímpicos: "El accidente me cambió la
vida y, aunque intentaba moverme, engordé un montón y llegué a pesar 100
kg. Hasta que un día dije: 'tengo que salir adelante, tengo ganas de
vivir, una gran familia y muy buenos amigos'. Uno de ellos, Bernard
Moreno, que hoy es mi preparador, me convenció para probar con la bici.
Al principio fue un calvario", recuerda.
Veinte años después del accidente, casi se podría decir que fue una
bendición. "No sé si tanto", responde Juanjo con ironía, "pero es verdad
que no hubiera podido hacer todo esto: conocer tanta gente, conocer
medio mundo... y montar en bicicleta con sólo un brazo y una pierna".
Pero, lógicamente, sigue sin ser fácil: "A veces me duelen los miembros
que no tengo", comenta. "Es lo que se llama el miembro fantasma. No lo
tenemos, pero nos duele. El brazo, por ejemplo, me duele con cierta
frecuencia. Incluso lo muevo. La pierna que me falta, también, pero como
para caminar llevo prótesis ortopédica, algo menos. Pero en ocasiones
me duele la rodilla y el tobillo que no tengo". ¡Increíble!.
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Ciclismo adaptado