Varios espectadores, según el director de carrera del Tour, Jean François Pescheux, lanzaron numerosos clavos de tapicería, de tres centímetros de largo, en los metros finales de la ascensión y en los primeros de la bajada del Muro de Peguere, último puerto del día: "Algunos aficionados echaron clavos en la carretera, no sabemos por qué, pero provocaron cerca de 30 pinchazos". La organización denunció el intento de sabotaje ante la Gendarmería, ya que "se trató de un atentado contra la integridad física de los ciclistas".
Robert Kiserlovski se fracturó la clavícula derecha después de una brusca caída en el descenso, cuando una de estas chinchetas le reventó el tubular. El incidente nos dejó unas imágenes esperpénticas, como la de Evans en medio de la cima, esperando una rueda trasera de repuesto: "En España me ocurrió algo similar (en la Vuelta de 2009, en Monachil), por eso ya no voy allí". El australiano pinchó dos veces más, y el pelotón, conducido por el Sky, redujo el ritmo para que todos los afectados (el propio Wiggins, Zubeldia o Nibali, entre otros) se reintegraran en el grupo sin problema.