Fontus es una botella para ciclistas que gracias a una placa solar recoge y condensa la humedad del aire, transformándola en agua potable.
Obtener agua del aire no es nuevo. La humanidad lleva utilizando este sistema desde hace más de 2.000 años. Una alternativa que solucionaría -o ayudaría a solucionar- el gran problema de escasez de agua que sufre nuestro planeta: según la ONU, dos mil millones de personas en más de 40 países no cuentan con con recursos hídricos suficientes.
“Mi objetivo era crear un dispositivo pequeño, compacto y autosuficiente capaz de absorber el aire húmedo, almacenando así agua en forma líquida en una botella”, explica su responsable, Kristof Retezár, diseñador industrial de la Universidad de Viena y que se ha hecho con el premio de innovación que entrega la Fundación James Dyson.
Tras treinta experimentos diferentes, donde se identificaron las condiciones, los materiales y los sistemas de refrigeración más idóneos (y sirviéndose de su cuarto de baño para similar las las condiciones climáticas), Retezár consiguió su objetivo: una caída constante de agua condensada, en concreto: una gota por minuto.
Es también una excelente iniciativa para aquellos países que sufren sequía, logrando alrededor de medio litro en una hora
Su funcionamiento es simple: el aire se filtra y se condensa gracias a un refrigerador dividido en dos partes, una fría y otra caliente, alimentada por la energía solar. Las gotitas fluyen a través de un tubo hacia la botella, que cuenta con una capacidad de medio litro.
La utilidad de Fontus no sólo es hidratar o saciar la sed del ciclista, es también una excelente iniciativa para atajar los problemas de sequía en aquellas zonas donde la humedad del aire es alta: “Podría ser una forma inteligente de adquirir agua dulce. Los experimentos sugieren que la botella podría cosechar alrededor de medio litro en una hora en regiones con altos valores de temperatura y humedad”, afirma Retezár.